
En la entrada anterior vimos que en nuestra obra no solo importa lo que va contenido en ella, sino también el contexto en que escribimos la obra. Y es que, parafraseando a Barthes, la lectura es una donación de sentido silenciosa, es decir, el lector por el hecho de leer ya contribuye en el sentido de la obra, no verá lo mismo un lector que otro en el mismo texto, y para ello tenemos que ser capaces de manejar el lenguaje para moldear nuestro texto y llevar al lector en la medida de lo posible por el camino que nos interesa.
Sin entrar en la descripción, que será algo que veremos más adelante, la palabra misma es lo primero a lo que debemos prestar atención, pues, aunque no seamos del todo conscientes de esto, el propio sonido de una palabra le da un determinado carácter que puede jugar a nuestro favor en una escena si sabemos hacer uso de él. De este modo, debemos considerar el propio sonido de la palabra como una dimensión más de nuestro texto, un refuerzo de todo lo que estamos diciendo, como lo serían nuestros gestos o nuestro tono de voz al leer en voz alta o hablar con otras personas.
En la fonética los dos grupos de letras (vocales y consonantes) tienen funciones muy diferentes:
- Vocales:
- Cerradas (i, u): según el contexto nos ayudarán a transmitir más tensión.
- Abiertas (a, e, o): son siempre más relajadas.
- Consonantes:
- Duras (t, p, j, c fuerte, rr, etc.): serán aquellas más agresivas con la vocal, cortan en seco la anterior (si la hay) y hacen que se entre en la siguiente con una sensación de percusión. Pueden transmitir sequedad, agresividad, dureza…
- Suaves (b, g suave, s, l, etc.): son las más sutiles y consiguen incluso ligar una vocal con la siguiente. Siempre darán una sensación más calmada, lenta y dulce que las consonantes duras.
La fonética siempre es parte del lenguaje, incluso aun cuando leemos o pensamos estamos proyectando internamente el sonido de cada palabra y asociándola en función de nuestra propia experiencia vital y con el lenguaje, por ello es una herramienta con mucha fuerza que solemos perder de vista cuando hablamos de narración, pero si sabemos sacar partido de ella será un arma más con la que enfrentarnos al papel.
En mi próxima entrada sobre cómo escribir veremos más herramientas sobre narrativa para tener el control sobre todo lo que escribamos, ¡no os lo perdáis!